Del prólogo del autor: Déjame, lector amigo, que tome tu alma y le haga contemplar virtudes de hombre: la gracia obra sobre la naturaleza. Pero no olvides que mis consideraciones, por muy humanas que te parezcan, como las he escrito y aún vivido para ti y para mi cara a Dios, por fuerza han de ser sacerdotales. Ojalá que estas páginas hasta tal punto sirvan de provecho así lo pido a Nuestro Señor que nos mejoren y nos muevan a dejar en esta vida, con nuestras obras, un surco fecundo.